No hace nada…

No hace nada, gritó la mujer cuando ya el perrito me había mordido el pantalón, detrás de ella una señora más adulta al ver el problema exclamó: ¡disculpe!, mientras la más joven solo sonrió. Luego la escuché decir… ¡que Tobi!…

Para mis adentros pensé ¿qué Tobi?, o, ¿qué adultos?

Tobi no es más que un cachorro. Un animalito que actúa instintivamente en tanto crece y sus dueños lo educan. ¿De quién es en este momento la responsabilidad?, pero qué es mejor, dejarlo hacer lo que quiere y luego decir ¡que muchacho! …, o, restringirle la salida a la calle mientras el cachorro es educado.

Aunque educar a un cachorro es mucho más sencillo que hacerlo con un humano, implica responsabilidad y una deducción muy sencilla del sentido común: “no se le puede dar total libertad a un cachorro”. Corre peligro él y corren peligro los otros. Mucho menos se puede hacer esto con un ser humano.

La naturaleza de los humanos amerita una etapa muy prolongada de enseñanzas conscientes y consistentes, de gran variedad y complejidad. Las reglas sociales y familiares jugarán un papel muy importante en esta labor educativa mientras se alcanza madurez y autogobierno.

Como sociedad costarricense hemos de mantener la cordura en materia de protección de las personas menores de edad. Niños y adolescentes representan ese grupo de “cachorros” de la población. Algunos se ven grandes y atrevidos como Tobi, que salió a la calle listo a actuar como grande, pero en lo real, no lo es.

Las decisiones que un pequeño grupo de diputados, están pretendiendo que se les permita tomar a niños y adolescentes, sin consentimiento de sus padres, reflejan la conducta irresponsable de estos adultos a expensan de quienes los representan legalmente.

Surge muchas dudas con esto:
• ¿Les falta conciencia o conocimiento de las verdaderas necesidades humanas en estas etapas del desarrollo?
• ¿Es una perversa intención de exponer a la población más vulnerable a riesgos innecesarios? en beneficio ¿de quién?; porque de los menores de edad no lo es.
• ¿Quieren alterar la lógica humana de protección a menores de edad provocando una psicosis colectiva legalizada?
• ¿Pretenden trastocar todo el sistema jurídico de una nación para servirle la mesa a agresores infantiles como lo son pedófilos, pederastas o agencias que viven de tratamientos para cambios de sexo?
• O será, ¿por qué no? que lo que se pretende es polarizar a la sociedad de cara a las próximas elecciones municipales?, un truco ya conocido y bastante efectivo en tiquicia para seguir adelante con la agenda globalista.

Para algunos de las ideas plasmadas en el Proyecto de ley 23.809 ¡NO HACEN NADA! Y huelen a libertad, para otros además de ser una de las formas de desprotección más siniestras y degradantes que se haya concebido, es parte de una estrategia que tenemos que discernir.